Las noches estan siendo mas frescas que en otros viajes y eso se agradece. Te adaptas mas rápido y eso es fundamental para estar al 100% desde el primer día. Esta vez vengo con más equipo: el Dr. Triviño, mi mano derecha, el Dr.Herranz, anestesista, Rosa con la logística y Eva.
Antes del desayuno hemos seguido montando los elementos de quirófano.
En apariencia parecía que iba a ser un día mas a la espera que mañana empezaremos las sesiones maratoniana de cirugía. Pero como siempre Guinea me preparaba sorpresas.
A las 10 puntuales llegaron los chófers. Me había comprometido a principios de año que iría a visita a Félix, que dirige una ong, SILO en Gambasse, una tabanka cerca de Bafatá, la antigua capital del país. Teníamos 3 horas de duro camino. Así ¡que en marcha!.
De Gambase son las niñas de las manos quemadas, ¿las recordáis? SADJO y AISSATU. Me habían informado de que estaban bien, pero quería verlo con mis propios ojos. Aquí una mano quemada de una niña es un futuro quemado. No podrán trabajar, no podrán recoger el caju, ni trabajar en el campo o ir a buscar agua. Supondrán una carga familiar que ningún hombre querrá asumir….el resto os lo podéis imaginar.
Acabamos de salir de la carretera mas o menos asfaltada. Hemos llegado a Bafatá. Ahora rodeándola por el sur evitamos un molesto control policial. El chófer veo que controla. Empieza el camino que no merece llamarse así. Un ibuprofeno para mis cervicales, que nos queda todavía un buen rato. Pero os aseguro que el paisaje merece la pena.
Ya veo a Félix, frente a la primera casa de la tabanka. Hay decenas de personas, la mayoría niños que ya han oído el coche. A medida que nos acercamos reconozco las sonrisas de AISSATU i SADJO. Están junto a Sana, un guienense y mano derecha de Félix que me trajo las niñas al hospital de Casa Emanuel en abril.
Hola Felix… Sana… Disculpadme un segundo.
Les ofrecí la mano a las niñas y por la forma en que la tomaron supe enseguida que estaban bien, la abrían y cerraban correctamente, las miré a los ojos, enfoque a la persona que había tras ellas… La madre de Aissatu. Una mirada fue suficiente, estaban bien, asentí con la cabeza. Me abracé a Félix y Sana y descargué toda la ansiedad que llevaba del viaje.
Empezamos las visitas de las personas enfermas de la tabanka, sobre todo niños. Félix y la gente de SILO han conseguido una escuela donde atienden a 300 niños que llegan de más de 30 poblados distintos. Algunos de estos pequeños alumnos recorren distancias interminables de 2 y 3 horas diarias para poder asistir a clase. Supongo que ahora lo de hacer “campana” toma otro significado para mí, cuando veo el esfuerzo diario por aprender…..chicos, enhorabuena valéis cada segundo del tiempo que se os pueda ofrecer.
En general no hay nadie grave, ni urgentes, tan solo IBRAIMA que tiene una hernia testicular que le esta dando problemas. Probablemente los episodios que me cuentan sean debidos a estrangulaciones del intestino que se le “cuela” dentro del escroto. Ante la duda le he pedido a Sana que me lo lleve por favor al hospital para poderlo operar antes de mi partida.
Acabaron las visitas. Un grupo de músicos empezaron a tocar los tambores y las mujeres y los niños a bailar. Era una fiesta para nosotros a la que nos quisimos sumar.
Nos llama Félix. La mesa está lista para comer. Sana había hecho espaguetis. Buenísimos. Que aproveche.
Todo indicaba que la tarde acabaría en una tranquila tertulia, pero nos llamó un asistente de Silo que había sabido que había una niña quemada en un poblado a una hora de coche y un niño de un mes, que la madre había muerto en el post parto, con dificultad para la alimentación.
Nos pusimos en marcha para que no nos cogiera la noche. Sana al volante, yo con material mínimo de urgencia y un intérprete puesto que en ese poblado solo hablan manjaco.
Nos perdimos y creí que la noche nos iba a engullir (aquí las noches son oscuras de verdad, sin ninguna luz en muchísimos quilómetros). Finalmente llegamos al poblado.
En la entrada nos esperaba el jefe de la tabanka. Nos recogió e hizo traer a la niña. Se nos acerco una señora mayor, era la abuela, con una criatura de la mano, cabizbaja, con la mirada al suelo y con cara de sufrimiento.
Me estremecí al ver que la piel canela de su cuerpo se tornaba rojo intenso en todo un hemitorax, hombro y espalda. Quemaduras de segundo y tercer grado.
¿Qué pasó? La madre sin querer tiro agua hirviendo por la ventana y MARIAMA, la pequeña, e estaba jugando justo tras ella.
Lo primero en qué pensé es en cómo iba a curar sin analgésicos, morfina o anestésicos a MARAIMA ¡no soportaría el dolor!. Tenía que quitar todavía los trozos de piel muerta adheridos a su piel para que no se le infectara.
Están a punto de cerrar el generador, os envío esto y mañana os acabo de contar.