Cuando pensamos en medicina estética, cirugía plástica, productos o tratamientos de belleza inmediatamente nuestra mente lo asocia con una mujer. Y si bien es cierto que en el último siglo ellas han sido las protagonistas de la belleza, en las últimas décadas la demanda de varones que desean cuidarse ha ido en aumento, hasta suponer, en algunos tratamientos, más del 25 % de los pacientes.
Sin embargo, el objetivo que buscan los hombres en los distintos procedimientos para mejorar su aspecto físico no es el mismo que buscan las mujeres y por lo tanto los tratamientos más solicitados no acaban de coincidir. Así, mientras que los más jóvenes, de entre 20 y 40 años demandan más cirugía del contorno corporal, cuando rebasan los 40, el rostro se convierte en su principal foco de preocupación estética.
¿Qué tratamientos prefieren ellos?
Si hablamos de medicina estética existen dos tratamientos que destacan por encima de los otros dependiendo de la edad del varón. Entre los más jóvenes de 30 años, la depilación láser es ya algo tan habitual entre ellos como entre ellas. De hecho, la depilación ya no es algo exclusivo de los deportistas y ahora es muy habitual que los chicos de 15 o 16 años, justo cuando el vello empieza a cubrir su cuerpo, acudan a un centro especializado para iniciar la depilación láser. En cambio, si el paciente ha superado la barrera de los 40, el rey, sin duda, es el bótox.
En cirugía plástica estética facial, las cirugías más solicitadas son la blefaroplastia (eliminación de las bolsas de los ojos y los párpados caídos) y la rinoplastia (la mejora estética de la nariz). La nariz es el centro del rostro y la falta de armonía en este rasgo facial suele acomplejar tanto a ellos como a ellas. El caso de la blefaroplastia es distinto: las bolsas de los ojos y los párpados caídos confieren al rostro un aspecto cansado, irritado, envejecido. El envejecimiento del rostro se hace más evidente en la zona de los ojos pues el 80% del tiempo que dedicamos a mirar un rostro enfocamos nuestra mirada a la mitad superior de la cara. En el caso de los hombres, las bolsas de los ojos les hace parecer menos vitales, más agresivos y ,en consecuencia, menos productivos a nivel laboral y social. Por eso, ellos buscan aparentar la edad, pero sobre todo, la vitalidad que sienten interiormente y que el espejo no les devuelve.
Un aspecto más musculado
En cuanto a la mejora del contorno corporal, la lipoescultura, es la petición más habitual. A los varones la grasa se les suele almacenar alrededor de la cintura (el conocido flotador), en el abdomen (la mal llamada curva de la felicidad) y en el pecho. Y esto no tiene nada que ver con sufrir sobrepeso u obesidad, pues tener un peso correcto no significa tener una figura armónica. De hecho, muchos de los hombres que acuden para eliminar los cúmulos de grasa realizan habitualmente ejercicio físico y llevan una dieta equilibrada, pero hay zonas con grasa que no se acaban de eliminar y deciden recurrir a la cirugía estética para mejorar su figura.
Aunque no son tan frecuentes como la lipoescultura, el aumento de glúteos y de pectorales son cirugías que han sufrido un aumento sustancial de la demanda en los últimos años por parte de los hombres. A diferencia de las mujeres que buscan un mayor volumen en estas zonas para dotarse de una silueta más voluptuosa, los hombres buscan un cuerpo más musculado y definido. De hecho, en los últimos años han aumentado muy notablemente los hombres que, al someterse a una lipoescultura, solicitan marcar sus abdominales para resaltar esa imagen de “tableta de chocolate” que tanto define un cuerpo masculino musculado.
Un caso a parte sería la cirugía correctiva de la ginecomastia (anomalía mamaria en el hombre) pues no es cirugía purametnae estética sino reconstructiva. Es una de las cirugías corporales más solicitadas por los varones, pues entre el 40 y el 60 % de la población masculina sufre este abultamiento de las mamas. Esta anomalía puede ocasionar complejos y afectar la autoestima del hombre que la padece limitando su vida social, persona e incluso sexual. Pues a pesar de que puedan pasarse horas ejercitando sus pectorales en el gimnasio, estos siguen teniendo un aspecto demasiado femenino. En 3 de cada 4 casos aparece, sin causa aparente, durante la pubertad y solo en el 25 % de los pacientes, la ginecomastia está relacionada con ciertos problemas endocrinos o, lo más habitual, con el consumo de ciertos fármacos como anabolizantes, estrógenos, corticoides, diuréticos, neuroléticos, anfetaminas, etc. La intervención consiste en la extirpación de la glándula mamaria sobrante a través de una pequeñísima incisión en la aureola, que se irá haciendo inapreciable. Suele practicarse con anestesia general, aunque cuando la zona a tratar es pequeña puede utilizarse la local con sedación. El resultado son unos pectorales más firmes, planos y masculinos.
También existe un abultamiento de las mamas en el hombre que no está relacionado con el desarrollo anómalo de la glándula mamaria, sino con un incremento del tejido graso en la zona, mucho más común y que se conoce como pseudoginecomastia. En este caso, normalmente está asociado a un aumento de peso o una obesidad por lo que sería prioritario primero tratar el tema del sobrepeso con una dieta adecuada. Sin embargo, muchos varones con un peso correcto también la sufren y no consiguen eliminar esa grasa acumulada ni con dietas ni con ejercicio físico específico. Cuando esto sucede, el cirujano plástico recomienda una pequeña lipoescultura de la zona. Con esta técnica quirúrgica se consigue una gran reducción en el número de células que acumula grasa (llamados adipocitos), por lo que las zonas tratadas no tienden a aumentar su volumen aunque se gane peso. Un gran avance en este campo, que ha permitido mejorar aún más los resultados, ha sido la introducción del láser en esta cirugía, lo que actualmente se denomina lipocontour. No sólo porque permite fundir la grasa antes de extraerla, sino también porque proporciona mayor firmeza cutánea al favorecer la retracción o estiramiento de la piel, y porque, en muchos casos, evita una cirugía más invasiva que podría provocar unas cicatrices más visibles.