Hoy una foto me ha alegrado el día. Puede sonar tonto pero es que es una foto muy especial: hoy he visto sonreír a Aissatu, la pequeña que tenía las manos quemadas y que pude operar en abril, cuando viaje a Guinea Bissau. Y es que esa sonrisa es muy especial, no sólo porque es inmensa y preciosa, ni porque es la primera vez que no veo miedo o incertidumbre en sus ojos, sino porque con ella me dice que se le ha abierto un futuro que antes no tenía. Un futuro lleno de ilusión, de niña “normal” que puede volver a soñar con tener una familia y un trabajo. Esa es la sonrisa que esperaba de Aissatu y ¡ha llegado!
Y es que muchas veces los médicos nos quedamos en la operación, en que todo ha ido bien, en que el paciente se recupera sin problemas… pero en Guinea Bissau y con niñas como Aissatu todo va mucho más allá: porque ahora vuelve a tener dedos, puede hacer la pinza, puede coger cosas y eso significa que ahora ya puede ir a la escuela y aprender a escribir, que puede ayudar en casa, que ya no es una carga, que el día de mañana puede casarse y tener hijos… Porque en Guinea Bissau como en muchos otros países pobres sufrir una discapacidad física (y no digamos intelectual) es un lastre muy difícil de superar… y ella lo ha conseguido. Y no sabéis la ilusión que me hace cada día que recibo las fotos de mis pacientes en Guinea y que todo está bien. Desde luego que siempre me alegro de que todos mis pacientes estén bien. Pero aquí, juego con ventaja: centros médicos de primer nivel, equipos médicos de primera línea y material del mejor. “Lo mejor de lo mejor”. Pero en Guinea Bissau es diferente. Allí trabajamos con personal no muy cualificado pero impresionantemente motivado; con las medidas higiénicas que podemos y un poquito más, con el material que llevamos y que, cuando se acaba, lo tenemos que improvisar… En fin, que después mis pacientes no pueden ir al ambulatorio a que les cure la enfermera, pues algunos viven a horas y horas de largo camino. Por eso cada dedo que veo curado, cada cara de felicidad de cada niño o niña… que os voy a decir… se me saltan las lágrimas.
Ánimo chicos, como veis es posible, no son promesas, no son cuentos… son realidades, vidas mejoradas, vidas salvadas, vidas algo más felices, vidas con algo menos de sufrimiento, simplemente vidas con un futuro. ¿Alguien duda que valga la pena?