Os dejé sin saber qué cambió mi vida… fue Mariama: una cría preciosa de 12 años, increíblemente valiente y encantadora. Había llegado al Simao Mendes (el hospital de Guinea Bissau donde llegué a trabajar en 2002) nueve meses antes que yo, con unas quemaduras terribles en buena parte de su cuerpo y allí seguía. Durante todo aquel tiempo no había recibido ni calmantes ni curas especializadas. El tejido de manos, dedos, codos y rodillas se habían cicatrizado de tal manera que no podía andar ni valerse por sí misma. Pero estaba allí tumbada, con su sonrisa de oreja a oreja y su actitud valiente.
Llegamos al Simao Mendes cargados de material y con las ilusiones intactas. Pero al entrar en la sala de quemados empiezas a hacer las cuentas y te das cuenta que no hay para todos. Así que vuelves a calcular porque piensas “si estiro de aquí o me ahorro eso” y sigue sin llegar para todos. Fue la primera vez en mi vida que tuve que escoger a quién operaba y a quién no. Todos eran niños. Algunos de tan solo unos meses. En la vida tienes que tomar decisiones muy difíciles, pero esta no se la deseo a nadie.
Estábamos en un hospital donde las ratas y las cucarachas campaban a sus anchas, donde no había agua corriente ni luz, donde encontrabas dos o tres pacientes por cama, donde no se repartía ni comida ni agua a los pacientes y donde no se daba ni un simple calmante a una criatura que sufría unas quemaduras terribles, porque no había. Así que los primeros días los pasamos limpiando los quirófanos con lejía, haciendo las curas y preparando a los pacientes (y pensando…pensando mucho a quien escogías y a quien no). Durante todo aquel tiempo, tuve aquellos ojos tan grandes y bonitos de Mariama pegados a mí, me seguían con la mirada y cuando le preguntabas como se encontraba, ella contestaba “Sinti ben” (me encuentro bien). A pesar del dolor que debía sufrir, nunca se quejó, nunca preguntó si la podríamos operar, nunca aparentó sentir miedo, nunca dejó de ser valiente… nunca dejó de dedicarnos aquella preciosa sonrisa. La suya tenía que ser una operación larga y difícil, complicada tanto por lo mucho que abarcaba sus quemaduras como por el tiempo que hacía que habían cicatrizado y entonces no estábamos preparados. Así que le prometí volver, que no tardaría, que la ayudaría…
Recuerdo que estaba preparando en casa la caja con todo el material, con enorme ilusión. Le había cogido mucho cariño a esa niña de grandes ojos.. Precintaba la caja en la que rotulé su nombre con mayúscula…cuando recibía una llamada…….era muy tarde…..colgué…y el mundo se paró. Por un instante, pensé que mi corazón también se pararía, empece a llorar y lancé el teléfono contra la pared. Mariama había muerto. Mi primer sentimiento fue enfadarme con ella por no haberme esperado, por no haber luchado lo suficiente, sólo faltaban 3 días….joder Mariama, sólo 3 días. Pero poco a poco entró el dolor, la pena, la desilusión… Dije que no volvería, que no quería sufrir más, que yo ya había luchado toda mi vida desde una infancia humilde para llegar donde había llegado. Que tenía porqué pasarlo mal, arriesgarme a coger enfermedades tropicales, malaria, tifus, nunca más. Pero enseguida vi que lo que testaba pasando era una lucha interna entre mi cabeza y mi corazón. La lucha duró algunos días, pero acabó y en ese momento que mi vida también cambió. Mariama ya me había dado una lección y no me había dado cuenta hasta entonces.
No nos escondamos tras los fracasos, no los utilicemos para justificar que no vale la pena lo que hacemos. Todo lo contrario. No podemos pensar en global porque entonces no ves el futuro, así que pensemos en particular: no voy a cambiar ni un continente, ni un país ni mucho menos una sociedad, sólo voy a ayudar a personas, como Mariama, y fue ella quien me lo enseño y me prometi que su muerte jamas seria en vano. Prometi que ayudaría a construir un hospital más digno, y lo conseguimos, prometí tratamientos dignos… y lo estamos consiguiendo.
Mariama no sólo cambió mi vida sino que ha cambiado la vida de mucha gente. Gracias a ella, a nuestros voluntarios que trabajan duramente, a nuestro equipo incansables en la búsqueda de material y fondos, y a todos vosotros que hoy colaboráis con nuestra ong y fundación hoy tienen una asistencia más digna.
Gracias Mariama allí donde estés.