Esta semana hemos celebrado el Día Internacional de la Tolerancia Cero a la ablación del clítoris. Y aunque no sé si este tipo de “Días Internacionales de…” tiene demasiada repercusión en el día a día de nuestra cotidianidad, creo que como mínimo sirve para que, al menos un día al año, tomemos conciencia de lo que sufren tres millones y medio (sí habéis leído bien, tres millones y medio) de niñas cada año en África.
Con mi fundación, trabajo en un país (Guinea Bissau) en donde, a pesar de estar prohibido, se sigue practicando habitualmente. Un país donde se cree que si el clítoris de la mujer toca la cabeza del bebé durante el parto, el niño estará endemoniado y maldecido durante toda su vida. Un país donde se cree que el caminar de una niña a la que se le ha amputado su clítoris es más “sexy” que de una niña a la que no se le ha realizado semejante atrocidad. Un país, en definitiva, en el que cada año mueren no sabemos cuantas crías entre 4 y 10 años (la edad habitual a la que se lo hacen, pero a veces son incluso más pequeñas) desangradas o por culpa de las infecciones, porque la práctica de esta “tradición” (que en Guinea Bissau se llama fanado) se realiza detrás de cualquier arbusto, con un montón de mujeres sujetando las piernas, brazos, cuerpo y cabeza de la niña, mientras una anciana corta a lo vivo con una cuchilla vieja y oxidada algo tan sensible y delicado como el clítoris.
Y aunque la rabia se te coma por dentro cada vez que conoces un caso nuevo, lo cierto es que la única solución es la educación. Hacer entender a los niños y niñas desde que son pequeños que esta práctica vulnera los derechos humanos y su integridad física, que nadie tiene derecho a mutilarlos de esa manera, que la mujer tiene tanto derecho como el hombre al placer sexual, que la cicatriz que la ablación suele provocar pone en grave riesgo la vida de las mujeres cuando dan a luz (pues no dilantan de forma natural)… Y será poco a poco, cuando interioricen todo esto que conseguiremos que se acabe con la ablación, no por la fuerza (prohibiéndola y persiguiéndola, que también debe hacerse), sino porque sean ellos mismos quien se nieguen a someter a sus hijas a semejante atrocidad. Mientras tanto, seguiremos trabajando.
PD. Sé que os debo un post sobre como acabó el pequeño bebé de Guinea Bissau. Cumpliré la promesa.