Hace unos días la noticia sobre un hecho ocurrido en Valencia en agosto de 2010 me dio muchos motivos para pensar.
Por lo visto una mujer falsificó su título de licenciada en Medicina y su número de colegiación en el Colegio de Médicos de Valencia y estuvo ejerciendo como médico durante cinco meses en el servicio de Urgencias del Hospital Doctor Peset, en Valencia. Por lo visto, la supuesta médica pensó que eso de jugar a los médicos debía ser divertido y, como no tenía plaza fija, iba haciendo sustituciones.En este caso, la suerte para los pacientes es que la supuesta médica formaba parte de un equipo y, parece ser, que no ha habido ninguna queja sobre su atención a los pacientes.
Este caso es seguramente excepcional, pero pone de manifiesto el intrusismo en el campo de la medicina. En mi especialidad, el volumen de dicho intrusismo es mucho más elevado porque muchos creen que “total, tratándose de belleza, cualquiera puede hacer sus pinitos” aunque sus conocimientos sean escasos y su titulación inexistente.
Pero el intrusismo no sólo afecta a los profesionales, sino lo que es peor, pone en peligro la salud de los pacientes que confían en estas personas. Por ello creo que deberían existir controles más exhaustivos sobre la titulación y la preparación de las personas que van a ejercer la medicina, sea cual sea su especialidad, pues el ciudadano de a pié tiene el derecho a que cualquier profesional a quien confía su salud cumpla con todos los requisitos legales para ejercer como médico.
Ante noticias como estas, y desde mi especialidad, sólo puedo recomendar a todo aquél que quiera someterse a un tratamiento de cirugía estética se informe bien antes sobre el profesional que le atiende, ya sea en el Colegio de Médicos o en la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética). Y entender que estamos hablando de medicina.